24 abril 2014

UCL: Estilos diferentes

Terminados los dos primeros encuentros de las semifinales de UCL, lo único claro y concreto es que la final será un duelo de estilos muy diferentes, el escenario del clásico duelo entre una defensa férrea y un ataque fulminante.




El Chelsea y el Atlético de Madrid proclaman un estilo diferente, oscuro, abucheado por muchos, pero aplaudido si los resultados son a favor. El fin último es ganar, sin importar la estética, ganar, poniendo la piel en cada jugada, no está permitido guardarse nada. En este primer encuentro fue el Chelsea del antipático Mou el que se defendió muy cerca de su arco, no será lo mismo en la vuelta, donde Simeone seguramente copiará de algún modo esa estrategia, si da resultados, el “Cholo” será para la prensa de su país, un genio de la estrategia y no un amarrete como lo fue el DT luso.

Del Otro lado Bayern y Madrid disputarán la revancha de un cruce que debería cerrarse con muchos más goles, por la idea de ambos técnicos de siempre buscar el arco rival, porque tienen en sus filas a los delanteros más cotizados del mundo, por lo que el 1 a 0 de ventaja de los españoles se antoja poca cosa, ante un cuadro alemán que de local será una avalancha de ataques. Se cuestiona si lo que debe prevalecer es la poseción o la verticalidad, maticez que difieren entre uno y otro, sin embargo en situaciones coo esta lo que debe valorarse siempre, además de la idea, es por supuesto, al vencedor.

Estamos ante 4 justos finalistas que nos recuerdan por enésima vez, que este deporte, tiene más de una forma de deleitarnos, por un lado la belleza de la jugada impensada, del talento individual, de la creación colectiva y por otro el sacrificio, la demostración del orgullo, de la entrega, del deseo de superar al rival por más fuerte que este sea, eso será lo que veremos en Lisboa.

21 abril 2014

Gracias Gabo

Gabo se fue y se llevó su mundo, se llevó Macondo, los barcos a vapor y mil maravillosas historias, se las llevó con él, a nosotros nos dejó apenas una pincelada de su brillantez, una nada.

Debo darle las gracias a usted y sus libros, por educarme en la lectura, por alimentar mi imaginación, por hacerme pensar por un segundo que quizá puedo yo escribir como usted, una locura, pero así pensaba. Gracias por la mejores historias que alguien pueda contar, por permitirnos entrar en ese pequeño espacio de su mente que resultó ser un mundo entero. 



Este es el texto de 'El Juramento', el cuento que escribió García Márquez para evidenciar su afinidad con el fútbol.

Y entonces resolví asistir al estadio. Como era un encuentro más sonado que todos los anteriores, tuve que irme temprano. Confieso que nunca en mi vida he llegado tan temprano a ninguna parte y que de ninguna tampoco he salido tan agotado. Alfonso y Germán no tomaron nunca la iniciativa de convertirme a esa religión dominical del fútbol, con todo y que ellos debieron sospechar que alguna vez me iba a convertir en ese energúmeno, limpio de cualquier barniz que pueda ser considerado como el último rastro de civilización, que fui ayer en las graderías del municipal. El primer instante de lucidez en que caí en la cuenta de que estaba convertido en un hincha intempestivo fue cuando advertí que durante toda mi vida había tenido algo de que muchas veces me había ufanado y que ayer me estorbaba de una manera inaceptable: el sentido del ridículo. Ahora me explico por qué esos caballeros habitualmente tan almidonados se sienten como un calamar en su tinta cuando se colocan, con todas las de la ley, su gorrita a varios colores.
Es que con ese solo gesto, quedan automáticamente convertidos en otras personas, como si la gorrita no fuera sino el uniforme de una nueva personalidad. No sé si mi matrícula de hincha esté todavía demasiado fresca para permitirme ciertas observaciones personales acerca del partido de ayer, pero como ya hemos quedado de acuerdo en que una de las condiciones esenciales del hinchaje es la pérdida absoluta y aceptada del sentido del ridículo, voy a decir lo que vi --o lo que creí ver ayer tarde-- para darme el lujo de empezar bien temprano a meter esas patas deportivas que bien guardadas me tenía. En primer término, me pareció que el Junior dominó aMillonarios desde el primer momento. Si la línea blanca que divide la cancha en dos mitades significa algo, mi afirmación anterior es cierta, puesto que muy pocas veces pudo estar la bola, en el primer tiempo, dentro de la mitad correspondiente a la portería del Junior. (¿Qué tal va mi debut como comentarista de fútbol?).
Por otra parte, si los jugadores del Junior no hubieran sido ciertamente jugadores sino escritores, me parece que el maestro Heleno habría sido un extraordinario autor de novelas policíacas. Su sentido del cálculo, sus reposados movimientos de investigador y finalmente sus desenlaces rápidos y sorpresivos le otorgan suficientes méritos para ser el creador de un nuevo detective para la novelística de policía. Haroldo, por su parte, habría sido una especie de Marcelino Menéndez y Pelayo, con esa facilidad que tiene el brasileño para estar en todas partes a la vez y en todas ellas trabajando, atendiendo simultáneamente a once señores, como si de lo que se tratara no fuera de colocar un gol sino de escribir todos los mamotretos que don Marcelino escribiera. Berascochea habría sido, ni más ni menos, un autor fecundo, pero así hubiera escrito setecientos tomos, todos ellos habrían sido acerca de la importancia de las cabezas de alfiler. Y qué gran crítico de artes habría sido Dos Santos --que ayer se portó como cuatro-- cortándole el paso a todos los escribidorcillos que pretendieran llegar, así fuera con los mayores esfuerzos, a la portería de la inmortalidad. De Latour habría escrito versos. Inspirados poemas de largometraje, cosa que no podría decirse de Ary. Porque de Ary no puede decirse nada, ya que sus compañeros del Junior no le dieron oportunidad de demostrar al menos sus más modestas condiciones literarias.
Y esto por no entrar con los Millonarios, cuyo gran Di Stéfano, si de algo sabe, es de retórica.
No creo haber perdido nada con este irrevocable ingreso que hoy hago --públicamente-- a la santa hermandad de los hinchas. Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien. Y creo que va a ser a mi distinguido amigo, el doctor Adalberto Reyes, a quien voy a convidar a las graderías del Municipal en el primer partido de la segunda vuelta, con el propósito de que no siga siendo --desde el punto de vista deportivo-- la oveja descarriada.
[Gabriel García Márquez-Junio de 1950]

05 abril 2014

Dirigentes y Barristas: Cómplices de la violencia

En los años 80 Inglaterra fue azotada por una ola de violencia en los estadios, teniendo su punto cumbre con la tragedia ocurrida en el estadio Hillsbrough, de Sheffield en plena semifinal de copa UEFA entre Liverpool y Juventus, el saldo 93 muertos. Esta tragedia marcó el inicio de una política anti violencia en los estadios, que ha intentado ser replicada en Latino américa y que por distintas razones no ha funcionado.


El Informe Taylor fue el resultado de una serie de investigaciones que se hicieron para tomar las medidas necesarias para desaparecer a los hooligans de los estadios, este informe tuvo un gran respaldo político lo que facilitó en gran medida que las sugerencias sean aplicadas a la brevedad, entre ellas darle más poder a los policías que protegen los estadios y penas más severas para los vándalos.

Por otro lado se ordenó el mejoramiento de los estadios para que todos vean el espectáculo sentados, no solo eso, sino que se inició el empadronamiento de los hinchas para su reconocimiento, la prohibición de entregarle entradas gratuitas y el encarecimiento de las mismas, casi hasta el triple, hizo que los hooligans se retiren de los estadios y los vean solo por televisión. Claramente esto marcó un antes y un después en el fútbol Inglés, situación que quiso ser replicada en otros países  como Argentina.

Las barras y dirigentes

En argentina la situación era parecida a la de Inglaterra en los 80, claro que con sus propias problemáticas sociales, como el nivel cultural y violencia criminal. Para esto convocaron a los mismos que realizaron el informe Taylor. Los resultados fueron realmente alarmantes, ya que no bastaba con medidas más fuertes o mejores estadios, ya que los barristas están (como lo dice el informe) estrechamente relacionados con los dirigentes del club, a tal punto que ellos apoyan candidaturas, destituyen presidentes, tienen acceso a las entradas y crean un negocio entorno a ello. Es una maquinaria criminal organizada y por ende según los especialistas la única forma de acabar con ese lastre, es que los clubes inicien una purga absoluta y destierren vínculos con los barras.

En otros países como en Colombia y el nuestro, la situación aún no es tan grave, pero no deberíamos esperar a ello. Es absolutamente inadmisible que barristas, muchos de ellos delincuentes requisitoriados, drogadictos, asaltantes y demás, tengan acceso a los jugadores e incluso reciban entradas gratuitas, que revenden y les genera dinero para otros actos delictivos.

Las familias han sido erradicadas de los estadios y definitivamente se corre el riesgo de tener más desgracias en los estadios.