En
los años 80 Inglaterra fue azotada por una ola de violencia en los estadios,
teniendo su punto cumbre con la tragedia ocurrida en el estadio Hillsbrough, de Sheffield en plena semifinal de copa UEFA entre
Liverpool y Juventus, el saldo 93 muertos. Esta tragedia marcó el inicio de una
política anti violencia en los estadios, que ha intentado ser
replicada en Latino américa y que por distintas razones no ha
funcionado.
El
Informe Taylor fue el resultado de una serie de investigaciones que se hicieron
para tomar las medidas necesarias para desaparecer a los hooligans de los estadios, este informe tuvo
un gran respaldo político lo que facilitó en gran medida que las sugerencias
sean aplicadas a la brevedad, entre ellas darle más poder a los policías que
protegen los estadios y penas más severas para los vándalos.
Por otro
lado se ordenó el mejoramiento de los estadios para que todos vean el
espectáculo sentados, no solo eso, sino que se inició el empadronamiento de los
hinchas para su reconocimiento, la prohibición de entregarle entradas gratuitas
y el encarecimiento de las mismas, casi hasta el triple, hizo que los hooligans se retiren de los estadios y los vean
solo por televisión. Claramente esto marcó un antes y un después en el fútbol
Inglés, situación que quiso ser replicada en otros países como Argentina.
Las barras
y dirigentes
En
argentina la situación era parecida a la de Inglaterra en los 80, claro que con
sus propias problemáticas sociales, como el nivel cultural y violencia
criminal. Para esto convocaron a los mismos que realizaron el informe
Taylor. Los resultados fueron realmente alarmantes, ya que no bastaba con
medidas más fuertes o mejores estadios, ya que los barristas están (como lo
dice el informe) estrechamente relacionados con los dirigentes del club, a tal
punto que ellos apoyan candidaturas, destituyen presidentes, tienen acceso a
las entradas y crean un negocio entorno a ello. Es una maquinaria criminal
organizada y por ende según los especialistas la única forma de acabar con ese
lastre, es que los clubes inicien una purga absoluta y destierren vínculos con
los barras.
En
otros países como en Colombia y el nuestro, la situación aún no es tan grave,
pero no deberíamos esperar a ello. Es absolutamente inadmisible que barristas,
muchos de ellos delincuentes requisitoriados, drogadictos, asaltantes y demás,
tengan acceso a los jugadores e incluso reciban entradas gratuitas, que
revenden y les genera dinero para otros actos delictivos.
Las
familias han sido erradicadas de los estadios y definitivamente se corre el
riesgo de tener más desgracias en los estadios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario