05 abril 2014

Dirigentes y Barristas: Cómplices de la violencia

En los años 80 Inglaterra fue azotada por una ola de violencia en los estadios, teniendo su punto cumbre con la tragedia ocurrida en el estadio Hillsbrough, de Sheffield en plena semifinal de copa UEFA entre Liverpool y Juventus, el saldo 93 muertos. Esta tragedia marcó el inicio de una política anti violencia en los estadios, que ha intentado ser replicada en Latino américa y que por distintas razones no ha funcionado.


El Informe Taylor fue el resultado de una serie de investigaciones que se hicieron para tomar las medidas necesarias para desaparecer a los hooligans de los estadios, este informe tuvo un gran respaldo político lo que facilitó en gran medida que las sugerencias sean aplicadas a la brevedad, entre ellas darle más poder a los policías que protegen los estadios y penas más severas para los vándalos.

Por otro lado se ordenó el mejoramiento de los estadios para que todos vean el espectáculo sentados, no solo eso, sino que se inició el empadronamiento de los hinchas para su reconocimiento, la prohibición de entregarle entradas gratuitas y el encarecimiento de las mismas, casi hasta el triple, hizo que los hooligans se retiren de los estadios y los vean solo por televisión. Claramente esto marcó un antes y un después en el fútbol Inglés, situación que quiso ser replicada en otros países  como Argentina.

Las barras y dirigentes

En argentina la situación era parecida a la de Inglaterra en los 80, claro que con sus propias problemáticas sociales, como el nivel cultural y violencia criminal. Para esto convocaron a los mismos que realizaron el informe Taylor. Los resultados fueron realmente alarmantes, ya que no bastaba con medidas más fuertes o mejores estadios, ya que los barristas están (como lo dice el informe) estrechamente relacionados con los dirigentes del club, a tal punto que ellos apoyan candidaturas, destituyen presidentes, tienen acceso a las entradas y crean un negocio entorno a ello. Es una maquinaria criminal organizada y por ende según los especialistas la única forma de acabar con ese lastre, es que los clubes inicien una purga absoluta y destierren vínculos con los barras.

En otros países como en Colombia y el nuestro, la situación aún no es tan grave, pero no deberíamos esperar a ello. Es absolutamente inadmisible que barristas, muchos de ellos delincuentes requisitoriados, drogadictos, asaltantes y demás, tengan acceso a los jugadores e incluso reciban entradas gratuitas, que revenden y les genera dinero para otros actos delictivos.

Las familias han sido erradicadas de los estadios y definitivamente se corre el riesgo de tener más desgracias en los estadios.


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