La primera final se jugó en
Cuzco, una victoria ajustada a favor de los locales les permite soñar con un
buen resultado en su visita a Lima. Por su parte Universitario buscará el
triunfo, como único resultado válido para forzar el tercer partido en Huancayo.
El partido se divide en dos
momentos, que curiosamente coinciden con esa frase de “un tiempo para cada
equipo”; el primer momento es el previo al segundo gol de Garcilaso, es decir
todos los primeros 45 minutos, los celestes salieron a destruir físicamente a
la visita, presionando arriba y agrupando mucha gente en mitad de cancha, la
formula de “la maquina” es bastante conocida, el pelotazo al área rival, un
buen disparo desde fuera del área, poca elaboración y poca vergüenza para
lanzar el balón a cualquier lado para alejar el peligro.
Otra virtud, sin duda, el juego aéreo,
el mismo que sirvió para ponerse adelante, el segundo gol se consigue con el ya
mencionado pelotazo. Universitario se vio absorbido por el rigor físico de su
rival, también por la altura. Con ese escenario parecía poco probable la
recuperación de la visita.
Los segundos 45 permitieron ver a
un cuadro crema con mayor confianza, quizá sabiendo que no importa si perdían
por uno o por mil, siempre tendrían la vuelta en Lima, Garcilaso por su parte
retrocedió mucho, demasiado, permitiendo a los dirigidos por Comisso tomar el
control del balón y abalanzarse sobre el área rival, así consiguieron no solo
el descuento, sino el empate, con fútbol y empuje. Pero el mismo error de los
locales, lo repitieron los cremas, alcanzado el objetivo de la igualdad, y
seguramente muertos de cansancio retrocedieron y los locales reaccionaron,
tarde, pero reaccionaron, lo que les permitió alcanzar el gol que les daría la
victoria y los mantiene con ventaja en esta final.
La vuelta supone a un cuadro
merengue agresivo y dominador, ya que están en casa y el único resultado
posible y válido es la victoria, no será fácil, sin embargo, romper la muralla
que seguramente García impondrá a sus rivales. Será otro partido de golpe a golpe, o esta vez
habrá un solo ejecutor en la cancha.
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